¿Cómo describirías el doom sin usar términos agotados como ancestral, pagano u oscuro? ¿Cómo encontrar algo distinto en un género tan seguido y venerado? Warchetype lo intenta, introduciéndonos en quizá demasiados mundos y mitologías en muy poco tiempo, pese al lento impulso del género stoner-doom.
Su simbología viaja desde Egipto, Grecia, la Edad Media o los pueblos del norte de Europa, la Sorginkeria, o brujería tradicional vasca, o el politeísmo, a través de este nuevo grimorio musical, un arcano hermético del que, a través de sus pasajes, el doom posee una madurez lejana ya de aquél originario Paranoid de Black Sabbath (1970). Cuarenta años de neopaganismo, por llamarlo de una forma imprecisa, han reciclado un amplio y complejo muestrario para purificar nuestros espíritus. Un ejemplo: “sabbath” y “aquelarre” significan lo mismo… Más aún, ¿dónde si no iba a surgir la gran escuela de doom nacional, si no es en un territorio tan estrictamente relacionado con estas formas ancestrales de culto?
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