La preciosa ‘Zopilote’ (incluida en su debut ‘Centaur’s Ride’ de 2007) enamoro por igual a propios y extraños. Su dulce e inofensiva melodía, acompañada de una tierna sensación de viaje por el cosmos, hacía de ella (y de Positiva) algo imposible de obviar. A pesar de ello, y para sorpresa de muchos, algo ha cambiado dentro de Positiva en estos años. El comienzo de ‘Brother Eagle’ deja la sensación de un viaje atrás en el tiempo. Del stoner oscuro y denso de los 80 pasamos al rock añejo y sureño de los 70. El sonido sufre una transformación similar en su producción, mucho más sucia y grasienta en este disco. Que nadie se alarme, esto no es ni mucho menos un paso atrás. Cambian su hoja de ruta, pero siguen siendo perfectamente identificables. ‘Prodigal Songs’ es un ejemplo de su versatilidad y de sus ganas constantes de renovación y nuevos retos. Tiene sus altibajos (‘Waiting In Vain’, ‘Off The Road’, sobradas de calidad, entran en una dinámica empalagosa en la que no acaban de explotar) aunque son una leve sombra en un disco honesto y sincero, en donde hay joyas llenas de inspiración. El ritmo juguetón e incendiario de ‘Catch The Fire’ y el hardrock que palpita en los riff de ‘Groupiedom’ son buena muestra de su nivel.
Tampoco pasa desapercibida la buena influencia de Lynyrd Skynyrd en ‘Black Mountain Rock’ (la más sureña de todas) ni la psicodelia envolvente de sus inicios en ‘The Complete Mercy Of The Lord’. En ‘Black Telescope’ aparece una de sus armas, el sonido de directo, salvaje, libre de ataduras, con potentes cambios de ritmo. Y para cerrar, un interrogante, ‘Birdhouse’, que bebe un poco de sus dos trabajos, por lo que es imposible predecir por donde van a ir los tiros en el futuro de Positiva. Lo que está claro es que, como buenos vascos, harán lo que les salga de los mismísimos. Confiemos pues.
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